Y se acabó una temporada histórica. Un año inolvidable para el Getafe. El año del campo lleno, de la ilusión de jugar en Europa, de tener un jugador del equipo convocado con la selección española, el año en el que la prensa está pendiente de tu club, de los elogios que se comieron a las críticas de la opinión pública, del orgullo que sentimos al llegar tan lejos en la Copa del Rey o de luchar hasta el final el sueño por llegar a la Champions. El mes de abril terminaba con un partido frente al Real Madrid. Bordalás demostró su coraje al colocar a cuatro delanteros puros en el terreno de juego. El partido, en jueves, y con el estadio lleno. Se presenció al inicio una lluvia de papelitos lanzados por la afición. El Getafe demostró ir a por el partido y tuvo varias ocasiones, pero el balón no tocó el fondo de la red. 0-0.

Viajábamos a Anoeta en cuarta posición. Este encuentro volvió a evidenciar el fraude del VAR. “El problema no es el VAR en sí, si no quienes lo llevan” se comentó en medios de comunicación después de esta fecha. Y lleva toda la razón del mundo. Jaime Mata provocó dos penaltis claros que se revisaron en el VAR. Aún así, el árbitro decidió no señalar el punto fatídico. Y es que lo hemos dicho muchas veces, no interesa que el Getafe, un equipo humilde y pequeño, llegue a una competición tan grande como la Champions League. El partido acabaría con un 2-1 justo en juego, pero totalmente injusto con respecto al escándalo arbitral.

Con derecho a soñar.- Penúltimo partido en casa. Getafe-Girona. El Getafe debía ganar dos partidos y empatar uno para quedar cuartos matemáticamente. Ganamos 2-0. A la salida del estadio, había buenas sensaciones. ¿Realmente teníamos derecho a soñar con algo tan grande? Por supuesto que sí. Este equipo ha resucitado de las cenizas para dar más guerra que nunca. Los badboys de Bordalás nos han dado motivos para creer.

El partido se jugaba en el feudo del campeón de liga. Lo perdíamos. Y con él, casi todas las esperanzas de jugar la Champions. Jugaríamos Europa League sí, pero daba rabia el hecho de haber estado tanto tiempo en cuarta posición y perderla en la penúltima jornada.

Última jornada. Getafe-Villarreal. Necesitábamos que el Valencia no ganara en Valladolid y nosotros hacer los deberes. El problema era que todos sabíamos que no nos iban a regalar nada. Que, como ya he mencionado, este equipo no puede estar tan arriba. A pesar de que se merece toda la gloria del mundo después del esfuerzo realizado durante todo el año, sigue siendo un equipo pequeño. El partido fue una auténtica fiesta. El Fondo Azulón tiró del carro durante todo el encuentro. Los Comandos Azules celebraban su 25 aniversario con todos los getafenses. En el campo. Celebrándolo como si hubiéramos ganado la liga. Y eso es lo que nos diferencia del resto. El Coliseum cantó “Campeones, campeones” a su equipo. Porque habían sabido levantarse después de caer, esforzarse y sacrificarse por una camiseta, porque han sufrido después del desprecio de la mayoría del país. Eran nuestros campeones. La afición estuvo mejor que nunca. Tifazo para despedir al equipo y por supuesto cánticos no solo en el partido, sino después. Se cantó el “Bordalás te quiero” y agradecimos a los jugadores esta temporada tan bonita. Es el final de un año histórico.

La campaña viene fuerte; con Europa League, con el sufrimiento que tendremos por si se quedan Bordalás o los jugadores, porque queremos revancha en Copa… El final del partido dio paso a una celebración. A una fiesta. Los jugadores se acercaron a ese Fondo Sur del Coliseum a cantar con los aficionados y lanzaron camisetas en varios sectores. Este Getafe nos ha dado la vida, al igual que nos la quitó hace años. Pero, eso es lo bonito del fútbol.